En esta ocasión, le otorgo a un profesor de mi alma máter el artículo de hoy. Es una persona que busca incondicionalmente un cambio positivo en la sociedad y hace todo lo posible por mejorar la enseñanza universitaria. Sus acciones han logrado un impacto inigualable y muchos eventos exitosos, como el Congreso Plan B, no hubieran sido posibles sin su ayuda. Debería haber cada vez más profesores en las universidades con la pasión de ayudar a los demás como él.
El siguiente artículo está redactado por el Dr. Antonio Garza-Sastré, director de la maestría de Arquitectura y Nuevo Urbanismo en el ITESM campus Puebla. Te invito a leer y reflexionar.
La medalla más difícil de conseguir: un trabajo justo para el arquitecto mexicano recién graduado.
“Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia absoluta” – Aristóteles
Dos noticias me llamaron sobremanera la atención el día internacional de la juventud el domingo 12 de agosto del 2012. La medalla de oro olímpica conseguida en el futbol por la selección mexicana y la noticia que el 21% de los jóvenes desempleados de América Latina son mexicanos. Dos caras de una misma moneda, jóvenes triunfadores en el exterior y perdedores en nuestro país ¿qué está pasando aquí?
El país se aprestaba a un cambio de gobierno y entonces, y aun hoy, no parecía que las expectativas mejoraran para los más jóvenes. Por ello se empezaron a movilizar, sobre todo aquellos con acceso a internet y a los canales de información más libres y críticos. Los jóvenes no quieren que esta situación continúe y desean eliminar los obstáculos puestos por las generaciones anteriores.
Por otro lado, fue sorprendente lo que ocurrió en los Juegos Olímpicos pasados donde los jóvenes, impulsados por su disciplina y ausencia de complejos, le dieron a México grandes satisfacciones como la medalla de oro en futbol venciendo al mítico equipo de Brasil. Dejaron claro que se pueden cambiar las cosas siempre que uno se deshaga de corruptelas y vicios heredados.
En el campo de la arquitectura la situación no está nada bien. Según datos del gobierno federal la mayoría de los que estudian una carrera no se desempeñan en ella y lo hacen en otras labores para sostenerse económicamente. Yo alguna vez propuse ya hace algunos años en una reunión de ASINEA, la asociación que reúne a las escuelas de arquitectura, que investigáramos por qué no tenían empleo buena parte de los egresados de estas escuelas; así podríamos ayudar a preparar a los arquitectos que realmente necesita la sociedad y no emitir meros títulos al aire: no les interesó.
Ahora existen más de 70,000 estudiantes de arquitectura y muchos más arquitectos recién graduados que no ven claro su futuro. La mayoría de las escuelas se han convertido en verdaderos negocios donde prometen éxito e inserción inmediata en el “mercado”, además gradúan a sus estudiantes con altas calificaciones, haciendo proyectos espectaculares y prácticamente irrealizables para así tenerlos contentos. Las escuelas son muchas, Puebla por ejemplo, que en su área metropolitana tiene 2, 700, 000 habitantes, cuentan con cerca de 30 escuelas de arquitectura. Ante esta abundancia de estudiantes el salario de los recién egresados apenas si alcanza para subsistir y la rotación de nóveles graduados en despachos y constructoras es alta.
Nuestro país necesita resolver problemas urgentes como la pobreza y la inseguridad y si bien la arquitectura o el urbanismo no bastan para hacerlo si que pueden aminorar estos las tres construyendo mejores viviendas y ciudades más humanas y armónicas. Sería bueno repensar los planes de estudio para preparar arquitectos más críticos con su situación, más sensibles con lo que ocurre alrededor y más acertados en sus soluciones de tal forma que la sociedad los vea como necesarios y no como fácilmente sustituibles.
Se necesitan docentes capacitados y no apoltronados en sus sillones evitando sean descubiertos en su afán de perpetuarse, es imprescindible que investiguen, que relacionen sus materias con la realidad, que también publiquen y que se fogueen nacional e internacionalmente.
Además, mientras la arquitectura y el urbanismo no sean vistos como importantísimos a nivel social, como la medicina, no podemos asegurar un mejor futuro a los jóvenes arquitectos que deben competir en un ambiente con muchas trampas heredadas. No podemos seguir permitiendo que el talento de los jóvenes se desperdicie o se encauce mal, debemos aprovechar su energía y su capacidad para obtener la mejor medalla jamás pensada: un país justo, desarrollado y digno.
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Artículo por alguien que dejo huella en mi alma. Descansa en Paz Dr. Antonio Garza.